Agradecía que hoy fuera su día de
descanso. Jamás se hubiera atrevido a llegar al trabajo de esa manera. Esperaba
que para el día siguiente el dolor de los golpes se le pasara, al igual que el
color de los moretones.
Facundo le había vuelto pegar, y
esta vez no se había medido.
Miraba su reflejo en el espejo y
las lágrimas no dejaban de acoplarse en sus ojos, los tamaños de los golpes
eran inmensos y el dolor era muy agudo.
Paula aun no comprendía por qué
le había pegado esta vez, estaba claro que las veces anteriores había sido a
causa de los estúpidos celos que Pedro provocaba en él. ¿Pero… ahora?
No había hecho nada,
absolutamente nada.
Paula se encontraba en la sala
leyendo uno de sus libros favoritos cuando Facundo había aparecido en la puerta
con una furia incontenible en el rostro. Supo que había estado tomando por su
forma de vestir desarreglada y por el fuerte olor a alcohol y cigarrillo que
sintió nada más al entrar al cuarto.
-¡Todo es tu culpa! –vociferó
Paula inmediatamente se levantó
del sofá
-¿Facundo? ¿Estuviste tomando?
-¡Callate!
-Pero…
-¡Que te calles! ¡Ya me tenes
harto!
-Facundo calmate…
-¿Sabes? Hoy Gustavo me dijo que
yo debía estar orgulloso de vos porque sos una mujer muy hermosa e inteligente
-¿Gus...Gustavo?
-¡No te hagas la que no lo
conoces!
-Pero si a Gustavo nada más lo vi
un par de veces.
-¡No me mientas! ¿Entonces por
que me dijo eso? ¡Lo más seguro es que te hayas acostado con él varias veces!
-¡Claro que no!
-Si sos una regalada ¿Cómo crees
que me interesé por vos? Seducías prácticamente a todos los hombres que se
pasaban enfrente tuyo.
-¡Eso no es cierto!
-¡No me grites!
-¡No te me acerques!
-¿Quién carajo te crees para
darme órdenes? No sos nadie.
-¡Soy tu mujer!
-¡Para mi desgracia!
-¡Alejate!
-¡Te voy a enseñar a no andar
regalándote por todos lados! ¡Veni acá!
-¡No!
-Aunque corras no te vas a
escapar pequeña zorra…
El modo tan frío y calculador en
que su marido había pronunciado esas palabras le helaron la sangre, y supo que
por más que gritara y corriera no escaparía de él.
Paula corrió hacia una de las
salidas de la sala, ya que la otra estaba ocupada por la presencia de su
esposo, corrió lo más que pudo pero tropezó con una de las mesas del pasillo y
cayó al suelo.
El golpe con el suelo había sido
duro por lo que tardó unos segundo de más en reponerse. Segundos que pudieron
haber hecho una diferencia.
Facundo la alcanzó, la tomó de
los tobillos y la arrastró hacia él.
-¡Facundo por favor, soltame!
-¡No te muevas!
-Facundo… -lloró ella
Facundo levantó su mano y le
propinó una cachetada, haciendo que el rostro de Paula se volteara totalmente a
la izquierda.
-¿Ahora si ya no vas a gritar
verdad?. Solo así
aprendes…-
Paula no pudo hacer más que
llorar, intentaba con todas sus fuerza soltarse pero no podía, Facundo la
agarraba con mucha fuerza… hasta que pudo levantar una de sus manos y arañarle
el rostro.
-¡Estúpida!
Si Paula pensaba que su esposo
estaba enojado antes, su cuerpo tembló totalmente al ver la transformación que
tuvo después de que lo aruñara. La levantó del pelo y la arrastró hasta el
lavadero.
-¡Soltame! ¡Soltame!
-¡Me vas a pagar lo que hiciste!
¡Vas a aprender quien manda acá!
Facundo había tomado una soga,
vio como deshacía el nudo y se acercaba con la cuerda a ella.
-Ahora si ya no me vas a poder
molestar
-¡No me toques!
Facundo ignoro el grito de Paula.
Tomó ambos brazos de ella y
amarró sus muñecas a un tubo de metal que se encontraba allí.
-¿Facundo que haces? –preguntó
desesperada
-¡Enseñarte a respetarme!
Sin decir más una patada en su
costado derecho fue recibida, Paula había gritado y retorcido del dolor, pero
eso no había inmutado a su marido.
Con más furia comenzó a
propinarle toda clase de golpes en todo el cuerpo, hasta que él mismo ya no
pudo más.
Después de soltarla prácticamente
le había escupido con palabras que ni se acercara a la habitación si no quería
más problemas.
¿Cómo se suponía que debía actuar
ahora?
Tenía que irse.
Le había tomado toda la mañana
recuperarse lo suficiente como para caminar hasta la cocina tomar un trapo y
limpiarse las heridas. Porque había habido sangre, no demasiada pero había.
Cuando Facundo salió de la casa
esa mañana ni siquiera fue a revisarla así que Paula aprovechó para tomarse un
baño y tratar de relajar sus músculos de los golpes. Quedó en shock al verse el
cuerpo.
Era una combinación de morado con
el tono original de su piel. El dolor de los golpes era subliminal pero como
pudo tomó el baño y se cambió de ropa.
Comenzó a juntar toda su ropa y
sus cosas, ya no aguantaría los maltratos de Facundo. ¿Cómo se le había
ocurrido que él cambiaría? Solamente había empeorado.
Justamente estaba metiendo sus
cosas en la valija cuando de nuevo, Facundo entraba a la habitación.
Paula se congeló en el instante y
sintió todo los golpes del cuerpo.
Estaba perdida.
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