jueves, 25 de abril de 2013

Capitulo 14


Paula regresó temblando a la cocina. ¿Qué haría Facundo? ¿Si huía?
No. Si se iba de la casa Pedro pagaría las consecuencias, y él no era culpable de nada. No se podía ir.
Tenía que aguantar.
Escuchó los pasos lentos de su marido acercarse a la cocina, ella sentía cada vez más miedo.
Estuvo a punto de desplomarse en el piso al ver la severa expresión de su esposo al entrar a la cocina.
-Así que el maldito ese te hace visitas de cortesía a tu oficina ¿Cuándo pensabas decírmelo?
-Yo…solo fue un día.
-¡Sos una zorra! ¡No sé cómo no se me pudo ocurrir antes que el lugar de encuentro entre vos y el escritorcito ese era tu oficina! Pensé que porque Florencia trabajara ahí no sería posible. Pero ya vi que sos peor de lo que pensaba….
-No Facundo, te juro…que solo hablamos, él estaba preocupado por mi.
-¿Esperas que te crea ese cuento?
-Facundo por favor….-comenzó a llorar
-No Paula… esto no se va a quedar así, tenes que pagar por lo que hiciste.
Paula comenzó a caminar hacia la puerta de salida.
-No puedo creer que quieras tanto a ese hombre… pero te vas a olvidar de él. De eso me encargo yo.
Diciendo eso Facundo se lanzó hacia Paula, ella corrió hacia la puerta, logró abrirla y salió corriendo al jardín; sus zapatos no eran aptos para correr así que en cuestión de segundos Facundo la atrapó.
Ella comenzó a gritar, pero sintió la mano de su marido opacando sus gritos y con fuerza, la metio de nuevo a la casa. Al entrar a la cocina la tiró al piso.
-¡Que te pasa imbécil! ¡Qué estabas tratando de hacer!
-Facundo….
-¡Sos una idiota! ¿Queres que le pase algo a Pedro? Lo que acabas de hacer merece un pequeño sustito.
-¡No! Por favor no le hagas nada, te prometo que ya no lo vuelvo a hacer.
Facundo recorrió su mirada por toda la habitación, se detuvo al ver la caja que contenía las paletas de madera.
-Enseguida nos vamos a asegurar de eso.
Paula no se pudo mover, las piernas simplemente ya no las sentía, sus nervios no reaccionaban, estaba perdida.
Facundo regresó y la levantó del cabello, la llevó hasta la sala donde comenzó a golpearla y está vez no solo eran sus puños. Estaba utilizando una de las paletas.
Ella gritó, ella lloró, ella trató de huir.
No pudo.
El dolor de los golpes era desgarrador, ya no podía soportar más.
Sintió como su visión se volvía negra.
***
Paula despertó poco a poco, comenzó a divisar todo a su alrededor y no comprendía aún donde se encontraba. Los recuerdos se hicieron presentes y rápidamente reconoció que se encontraba en la sala.
Quiso levantarse, sintió dolor en cada músculo de su cuerpo. Logró sentarse en la alfombra y se sintió mareada.
Por el reloj de la pared de la sala pudo ver que eran las nueve de la mañana, él ya se había ido. Pudo respirar. Por el momento se encontraba a salvo.
Se levantó, llegó hasta su habitación se quitó la ropa y pudo ver los daños. Se echó a llorar, las golpizas de su marido eran cada vez peores. No sabía cuánto más su cuerpo podría aguantar.
Se bañó tratando de no presionar mucho con la esponja, al salir se vistió de nuevo con una blusa de cuello alto. Tenía moretones por todo el cuerpo. Bajó a la cocina y tomó dos pastillas para el dolor, luego salió hacia la oficina.
-Buenos días Paula.
-Hola Flor..
-Paula ¿Te sentis bien? estás muy pálida.
-Sí, no te preocupes, debe ser el resfriado que te dije que tal vez contraía.
-¿No queres mejor que te lleve al médico?
-No, no. En un par de días se me pasa –sonrió
Sin decir más se adentró a su oficina. Florencia no estaba convencida así que la siguió hasta allá, justo en ese momento Paula se encontraba colocando una caja en el estante superior del mueble de madera, al levantar los brazos Paula emitió un pequeño gemido de dolor y la blusa se le subió un poco; Florencia pudo ver un gran golpe en su cuerpo y se asustó.
-¿¡Paula que te pasó!? –dijo preocupada
Se acercó hasta ella con intenciones de subirle la blusa. Paula de manera brusca no dejó que Florencia se acercara a ella y se bajó la blusa.
-No es nada –espetó molesta
-¿Cómo que no es nada? ¡Ese golpe está muy marcado! ¿Cómo te lo hiciste?
-Ayer me caí en la casa. Por eso lo ves así, ya sabes que mi color de piel es muy pálido y los golpes se ven peor de lo que en realidad son.
-¿Estás segura?
-Sí, sí. Ya estoy tomando algo y me puse una pomada, no te preocupes –sonrió débilmente
-Bueno está bien, pero prometeme que vas a tener más cuidado. Esos golpes pueden ser peligrosos.
-Sí
-¿No queres irte a descansar? Te debe de doler mucho.
-Flor, te prometo que no es tan grave. Además tengo trabajo acumulado.
-Está bien, está bien ya no insisto más, pero si en algún momento te sentis mal, te vas a tu casa. ¿Si?
-De acuerdo.
-Voy por café y sándwiches para desayunar ¿te parece?
-Me quedo con el café, creo que las pastillas que tomé quitan el apetito, no tengo mucha hambre.
-Enseguida regreso.
Florencia salió de la oficina.
Paula estuvo a punto de echarse a llorar, pero se tuvo que aguantar las ganas. Si para cuando Florencia regresara, que no sería en mucho tiempo, la encontraba con los ojos hinchados, no le creería la historia de la caída.
Esto se le estaba yendo de las manos. Ya no sabía qué hacer.
Necesitaba tanto desahogarse con alguien, pero no podía, debía de mantener todo lo que le estaba pasando en secreto.
Esperaba que con el tiempo las cosas se fueran calmando, debía de mantenerse alejada de todos, así nadie sospecharía nada.
***
Por un mes las cosas fueron así con Facundo, no habían empeorado, pero no estaban bien. Se sentía sola, más sola que nunca.

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