sábado, 27 de abril de 2013

Capitulo 18


El sedante no tardaría en perder efecto.
Esperaba que Paula despertara pronto para saber por fin quien había sido capaz de causarle tanto daño.
Zaira había llegado hacia veinte minutos, no había parado de llorar al ver su amiga tan mal. No podía creer lo que estaba pasando. Mucho menos se imaginaba quien podía ser el responsable de esa monstruosidad.
Se sentía culpable por no haber estado con ella. Por no saber lo que estaba pasando. Sentía que le había fallado.
Pedro se encontraba igual. ¡Sabía que algo le estaba pasando! Pero no se imaginaba que fuera tan grave.
Pero más le sorprendía que Paula no dijera nada. Ella no era una mujer sumisa, ella no era de las que se quedaba callada, no dejaba de darle vueltas al asunto. La debieron de haber amenazado con algo, de lo contrario, ella no habría soportado semejante maltrato.
-Pepe, ella no se merece esto. ¿Por qué no nos dimos cuenta antes? Me siento tan mal.
Pedro abrazó a Zaira.
-Te entiendo, entiendo perfectamente cómo te sentis, pero alguna explicación debe haber para todo esto. Nosotros hicimos todo lo posible por averiguar que le estaba pasando. No te sientas culpable.
Zaira comenzó a llorar de nuevo.
-Sr. Alfonso, la Sra. Chaves ya despertó, ha llamado por usted. –dijo el Doctor Casillas.
Zaira y él se levantaron del asiento, ella levantó su vista hacia Pepe y asintió con la cabeza. Él depositó un beso en la cabeza de su amiga y caminó hacia la habitación donde se encontraba Paula.
Entró.
Sintió como su corazón se encogía, le dolía tanto verla así. Aun con toda esa angustia consiguió formar una pequeña sonrisa.
-Hola chuequita…
-Pedro… -consiguió decir antes de comenzar a llorar
-No, no, no… no llores. Por favor. Estás a salvo, ya no tenes por que llorar.
Él se acercó a abrazarla.
-Perdoname, perdoname por no haberte contado nada antes.
-Paula por Dios, no tengo nada que perdonarte.
-Ya no puedo más, te juro que ya no… -dijo llorando
-Pochi, odio tener que hablar de esto pero ¿Quién te hizo esto? ¿Quién te estuvo golpeando?
Ella lo vio directamente a los ojos.
-Fue…fue…Facundo.
Pedro apretó los puños.
-¡Oh Dios Paula! ¿Pero desde cuando pasa esto? ¿Desde cuándo te lastima? ¿No me digas que desde que se casaron?
-No, no. Fue desde hace como tres meses. Él no era así antes, te lo juro. No sé porque cambió tanto.
Él la abrazó más fuerte.
-Ya no va a volver a hacerte daño jamás, ya no Pau. Yo mismo me voy a encargar de eso.
-¡No! Alejate de él, por favor, es muy peligroso.
Pedro quiso ir corriendo a matar a esa basura, pudo ver el miedo en los ojos de Paula. No, no era miedo, era terror.
-¡Él tiene que pagar por lo que te hizo!
-¡Prometeme que no lo vas a ir a buscar! ¡Prometemelo! –gritó
Pedro vio tanta desesperación en Paula que no se pudo negar.
-Está bien, está bien, no lo iré a buscar. Tranquila.
-Esto fue un infiero Pedro…ha sido… -no pudo terminar de hablar.
Pedro por su parte no pudo evitar llorar junto a ella, era tan doloroso ver su dolor, era tan doloroso verla tan lastimada, no solo física si no emocionalmente.
-Ya todo acabó Paula, te prometo que Facundo nunca te volverá a hacer daño. Ni él ni nadie.
-Gracias por estar aca, gracias por estar siempre conmigo.
-Para eso estamos los amigos. Zai está afuera ¿queres verla?
-Esperemos unos minutos más.
Él sonrió.
Al cabo de quince minutos, Paula y Pedro fueron capaces de separarse, y Paula sentía que todo saldría bien. Sentía que era libre, que ya no estaba atrapada y que podría salir adelante.
No sería nada fácil, pero lo lograría. No solo su cuerpo había sido dañado, su corazón y su confianza estaban destrozados.
Ella amó a Facundo, estaba completamente segura. Ya no sentía más amor por él. ¿Cómo sentirlo? Él se había encargado de arruinarlo, de romperlo y ensuciarlo. Pero aun no comprendía cómo había sido capaz de lastimarla de manera tan brutal.
Él decía amarla.
¿La habría amado realmente algún día?
-¡Paula!
Zaira se tiró suavemente a los brazos de su amiga y ambas soltaron a llorar.
-Gracias a Dios que esto no pasó a más. Te quiero mucho Pau.
-Yo también te quiero Zai, lo siento.
-No seas tonta, no me tenes que pedir perdón por nada. ¿De acuerdo?
Ella asintió llorando.
-Paula ¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué te quedaste callada?
Paula no respondió. Echó una mirada furtiva a Pedro y luego regresó con Zaira.
-No tienes que responder ahora Pau. –dijo Pepe
-Pepe ¿puedes traer un vaso con agua para Paula?
-Sí, enseguida vengo.
Pedro salió de la habitación.
-Paula, ¿Pedro tiene algo que ver con que te hayas quedado callada?
-No le digas nada por favor –dijo derramando más lágrimas
-Pero ¿Por qué?
-Porque él se va a sentir culpable de lo que me pasó, y no es así. Yo tomé una decisión y aunque pude haber hecho otra mejor, no me arrepiento.
-Paula, explicate porque no te entiendo. ¿Qué puede ser tan importante para que no te arrepientas de haber aceptado este maltrato?
-Pedro y vos ya sospechaban que el problema eran los celos de Facudo hacia él ¿no?
La morocha asintió con la cabeza.
-Facundo me amenazó con lastimarlo, ¡Zai, me amenazó con matarlo si me iba de su lado! Me prohibió verlo, hablarle…. Y yo… yo no podía permitir que a Pedro le pasara algo por mi culpa. –dijo rompiendo a llorar
Zaira se acercó a ella y la abrazó.
-¡Dios mío Paula, cuanto lo siento!
-¿Ahora entendes por qué no dije nada? ¿Por qué no debía decir nada? ¿Por qué Pedro no se tiene que enterar?
-No voy a decir nada Pau, te lo prometo. Otra cosa que te prometo es que todos vamos a hacer hasta lo imposible porque ese bastardo pague por todo, el resto de su vida la va a pasar en la cárcel, no lo dudes.

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