El sonido del teléfono los asustó
y despertó a ambos.
-Mmm… ¿Qué hora es?
-No lo sé…
El teléfono seguía sonando.
Paula se estiró para contestar el
teléfono.
-No contestes, estamos muy cómodos
así.
La noche había sido muy emotiva y
ellos aun seguían entrelazados bajo las sábanas.
-Puede ser importante…
-Eso dijiste la vez pasada y cortaron
el teléfono.
-Pero está vez si puede ser
importante.
Paula contestó el teléfono ante
la refunfuñaría de su prometido.
-¿Buenos días?
-¿Pau? ¿Estabas dormida? ¡Lo
siento! ¡Lo Siento! ¡Lo siento! Te juro que no quería llamar pero esto es
importante.
Paula se sentó en la cama, Pedro
se incorporó de lado colocando el codo en la almohada y sosteniendo su cabeza.
-No te preocupes, decime que
pasó.
-Antes que nada ¡Felicidades!
Muero por darte un abrazo.
Paula rió.
-Gracias Flor.
-Bueno, ahora pasando al tema
para que tu prometido no se enoje, ¿Te acordas de la empresa eléctrica que
necesitaba una campaña publicitaria completa?
-Sí, por supuesto.
-Acaban de llamar que van a venir
a las tres de la tarde a cerrar el trato si logramos convencerlos.
-¡Qué! ¿Hablas enserio?
-¡Sí! ¡Esto Es grande Pau!
-Entonces deja que me arreglo y
voy para la oficina.
-¡Hey! –protestó Pedro
-De acuerdo, decile a Pepe que
siento robarte especialmente este día. ¡Muero por ver el anillo, Pedro no me
dejo verlo antes!
Paula le dedicó una mirada a él y
sonrió.
-Pues hizo bien. ¡Te veo más
tarde!
Paula colgó el teléfono.
-¿Cómo es eso de que vas para
la oficina? Hoy no te toca trabajar.
-Ya lo sé, pero la empresa
eléctrica está interesada en que nosotros hagamos su campaña publicitaria
completa. Es una gran oportunidad y llegarán hoy a las tres de la tarde.
Pedro hizo cara de fastidio.
-Malditos, no pudieron escoger
otro día.
Paula rió y lo besó.
-Creeme que yo tampoco tengo
ganas de moverme de esta cama.
Él sonrió.
-¿Qué te parece si te acompaño?
No tengo ganas de separarme de vos ni un segundo.
Paula sonrió.
-¿Una ducha juntos entonces?
No había sido solamente una
ducha. El tenerse piel con piel con la emoción presente de pronto ser una
familia, no pudieron evitar demostrase una vez más que se amaban.
Después de desayunar y vestirse
salieron rumbo a la oficina.
Al llegar, simplemente vieron una
cabellera negra abalanzarse hacia ellos.
-¡Por Dios! –gritó Pepe.
-¡Flor!
-¡Felicidades! ¡Felicidades! ¡No
saben lo emocionada que estoy porque ya estén comprometidos! ¡Se ven divinos!
-Nos vemos igual que siempre
–dijo Paula.
-¡Claro que no! ¡Se ven más
radiantes que nunca! ¡Ya me imagino el día de su casamiento! Pero hablando de
radiantes mostrame esa mano ¡Ya!
Pedro soltó una carcajada.
-¡ Dios mío! ¡Está hermoso!
¿Quién diría que escribir daría tanto dinero?
Pedro le dedicó una mirada nada
agradable a Florencia.
- No habra más muffins para vos.
-¡Vamos no te enojes, era una
broma!
Paula abrazó a Pedro y le dio un
beso en la mejilla.
-Ayer se me pasó decirte que el
anillo es perfecto y maravilloso. Es perfecto, me encanta.
Pedro sonrió satisfecho y le
guiñó el ojo.
Las horas pasaron y Pedro decidió
salir a comprar algo para que todos almorzaran antes de que los de la empresa
eléctrica llegaran.
-Enseguida regreso.
Florencia y Paula siguieron
trabajando en la propuesta, Florencia se internó en su oficina para sacar unos
papeles que utilizarían.
La campana de la puerta sonó
indicando que alguien había entrado a la tienda.
Paula levantó la vista hacia el
hombre que acaba de entrar, estaba vestido con una enorme gabardina negra y no
dejaba ver su rostro.
-Lo siento pero el día de hoy
estamos cerrados.
El hombre no habló.
Paula sintió una sensación
extraña, acompañada de miedo.
-¿Señor? ¿Me escuchó? ¿Qué desea?
-Tengo una deuda pendiente.
Esa voz se le hacía muy conocida,
pero no podía escuchar bien debido que él tenía tapada la boca con una bufanda.
-¿Una deuda? ¿De algún trabajo?
-No precisamente.
-¿Cuál es su nombre?
En ese momento el hombre se quitó
la gabardina, la bufanda y el sombrero que traía puestos.
-Conoces muy bien mi nombre,
querida.
-¡Facundo! –gritó aterrada
El pánico se apoderó de
ella.
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