No podía dormir.
No después de por fin dejarse
sentir lo que tanto estaba escondiendo. Sí, tenía miedo, mucho miedo.
Decidió dejar de dar tantas
vueltas en su cama y se sentó, tenia de tomar una decisión pronto o podría
perder a Pedro.
¡Claro que había sentido el
cambio en Pedro! Pero sus amigas la habían descubierto, ella se estaba haciendo
la loca, porque tenía miedo de saber la verdad. No sabía cómo reaccionar a los
sentimientos de Pedro y mucho menos a los que ella estaba sintiendo por él.
¡Eran amigos de toda la vida!
¡Era Pedro!
Todo era tan confuso… ¿Porqué?
¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? No encontraba respuesta a ninguna de esas preguntas que
no dejaban de pasar por su mente desde la conversación con sus amigas. De lo
que si estaba segura es que Pedro no era el único en estar sintiendo más que
cariño.
¿Qué se suponía que debía de
hacer?
Florencia no tenía toda la razón,
ella sabía perfecto que Pedro jamás se convertiría en Facundo, no habría modo
de que ella siguiera teniéndole tanta confianza si pensara que Pedro podría
cambiar de esa manera. Pero debía aceptar que le asustaba estar enamorándose de
Pedro, porque si algo salía mal entre ellos dos, ya nada sería igual.
Nada.
¡Pero no podía ignorar sus
sentimientos! Mucho menos los de Pedro, no era justo para ninguno de los dos.
Por una parte quería saltar a esa
montaña de sentimientos y dejarse llevar, pero por otra….era mejor detenerse.
¿Detenerse de qué?, se preguntó a
si misma. ¿Acaso ya habían comenzado algo? ¡Ni si quiera se habían besado! ¿A
qué demonios le tenía tanto miedo? Si los sentimientos se estaban presentando
en ambos debía ser por algo.
No podría estar encerrada en su
coraza toda la vida. Facundo había provocado que ella se protegiera ante
cualquier persona que considerara que pudiera dañarla, a los únicas personas
que dejaba entrar de manera personal eran Zaira, Florencia y por supuesto Pedro.
Nadie más.
Ya no quería no sufrir, no quería
regresar al infierno, jamás lo volvería a hacer.
Ahora se daba cuenta de
que….estaban hablando de Pedro Alfonso.
Su amigo de toda la vida, el que
siempre estuvo con ella cuando necesito ayuda, el que nunca la dejo sola, el
que nunca le hizo daño.
¿Entonces? ¡Que tanto estaba
pensando!
Una sonrisa apareció en sus
labios al mismo tiempo que su corazón se aceleraba; su respiración tampoco era
normal ya.
¡Se daría una oportunidad con él!
Los dos la merecían.
Pedro sería incapaz de
lastimarla, por lo menos no adrede. Valía la pena arriesgarse, aun cuando su amistad
estuviera en juego.
Pero estaba segura de que aunque
las cosas entre ellos no salieran bien, nunca dejarían de ser amigos; porque el
cariño que ambos se tienen es demasiado grande.
Esta era una de esas
oportunidades que jamás se volverían a presentar en su vida, y ella no estaba
dispuesta a dejarla pasar. Haría hasta lo imposible por lograr que entre los
dos las cosas funcionaran. Porque ella quería ser feliz…con Pedro.
El día de mañana, sería muy
interesante.
-¡Vamos Pepe…animate!
-No sé… sé que dije que esperaría
hasta el fin de semana pero….
-¿Entonces? ¿Qué te cuesta
preguntarle?
-Estoy seguro que lo va a tomar
como una salida de amigos, de nuevo.
-Invitala a cenar a "Le
Bonne"
-¡Sí, esa es una excelente idea!
–gritó Zaira.
-No hay manera que alguien piense
que una cena en ese restaurante es una salida de amigos –dijo Florencia.
Pedro se quedó meditando. Tal vez
sus amigas tuvieran razón, esa invitación no se podría mal interpretar, era una
indirecta demasiado directa.
Se dio cuenta que siempre que él
invitaba a Paula a salir, era a lugares que ellos solían frecuentar siempre, o
no eran lo suficientemente diferentes. Probablemente había estado haciendo todo
mal y por ello Paula no comprendía sus mensajes.
Suspiró.
Se arriesgaría, aunque el corazón
se le quebrara en el proceso.
Paula valía la pena.
-Está bien…
Zaira y Florencia saltaron de
alegría al escuchar la decisión de Pedro.
-¡Nosotras te vamos a ayudar a
prepararte!
-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! …. Tranquilas que
ni siquiera le pregunte. Existe la posibilidad de que no acepte la invitación.
Ambas sonrieron interiormente, Paula
aceptaría. Eso esperaban.
-De acuerdo, pero en cuanto le
preguntes nos tenes que dar una respuesta.
-No puedo creer lo chismosas que
se volvieron las dos.
-¡No es por eso! ¡Es para que nostras
los ayudemos a arreglarse a los dos! ¡Es una noche especial!
Pedro se rió, pero en el fondo
estaba infinitamente agradecido por su interés.
-Gracias – dijo sonriendo
-¡Así me gusta! ¡Positivismo!
-Ahora anda…entre más rápido nos
saques de este estado de nervios, mejor para todos.
Pedro tomó aire y se levantó de
su asiento. Se detuvo unos minutos y comenzó su viaje hacia la habitación de Paula.
De nuevo se detuvo al estar
enfrente a la puerta, se llenó de valor y tocó.
-Adelante…
Pedro sentía que se iba a
desmayar.
-Hola…-dijo al entrar
-¡Hola Pepe! –dijo alegre.
Estaba de buen humor, eso era
algo bueno pensó.
-¿Estás ocupada? Porque si lo
estás puedo volver más tarde…
-No, no… ¿Qué pasó?
Pedro estaba sudando.
-Ehh… bueno, la verdad es que venía
a hacerte una invitación.
-¿Una invitación? –dijo con una
sonrisa.
Pedro se relajó un poco al ver su
reacción.
-Sí, quería saber si… ¿Queres
cenar conmigo esta noche en "Le Bonne"?
¡Ya estaba, lo había dicho! Ahora
quería ir a vomitar.
Paula no respondió de inmediato,
pero sí lo hizo segundos después.
-¡Me encantaría! –dijo sonriendo
-No te preocupes yo entien….-se
detuvo a pensar
-¿Me acabas de decir que si
aceptas la invitación? –dijo sorprendido
-¡Sí! -dijo riendo
Pedro sonrió inmediatamente.
-¿A las ocho te parece bien?
-¡Perfecto!
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