jueves, 2 de mayo de 2013

Capitulo 29


Siete cincuenta y cinco.
La hora había llegado y la verdad es que se estaba muriendo de ganas por ver a Paula.
Preparó la gerbera roja y salió de su habitación. En cuestión de segundos se encontraba enfrente del cuarto de Paula, tocó.
Paula brincó.
Seguramente si no vivieran en la misma casa no habría sido tan puntual, pero debía aceptar que ya no podía aguantar ni un segundo más.
Suspiró y con la sonrisa que no pudo borrar desde la tarde, abrió la puerta.
Lo primero que vio al abrir fue una gerbera extremadamente roja. Estaba encantada, no se esperaba ninguna flor de regalo.
-Esta hermosa Pepe…
Pedro se encogió de hombros.
-Me hace acordar a vos.
Ella levantó la vista hacia él y deposito un beso en su mejilla.
Él sonrió fascinado.
-¿Lista?
-Por supuesto.
¡Vaya que los nervios se los estaban comiendo vivos!
Pedro le ofreció su brazo y ella aceptó. Caminaron hacia el auto sin decir ninguna palabra, algo que era muy raro en ellos. Pero la situación era diferente, mas no extraña.
-Se me paso decirte que estás increíblemente hermosa Pau.
Ella sonrió.
-A mi también se me pasó decirte que estas muy lindo y muy sexy.
¡Gracias Zaira! ¡Gracias Florencia! resonó en la respectiva cabeza de ambos.
Conforme avanzaban hacia el restaurante, los nervios se fueron diluyendo, una conversación animada y con muchas risas comenzaba a dar paso entre los dos; apenas estaba comenzando la noche y la estaban disfrutando bastante.
Al llegar a "Le Bonne" un mozo los atendió en la entrada y los encaminó hacia la mesa que Pedro se había encargado de reservar.
Muchas parejas se encontraban esa noche en el restaurante, cosa que devolvió un poco de nervios a los dos.
-Nunca había venido a este restaurante, es impresionante.
Pedro pudo respirar tranquilo, solo faltaba que ese restaurante le recordara a alguna salida con Facundo, jamás se lo habría perdonado.
-Estamos a mano, yo tampoco había venido; pero escuché tan buenos comentarios que me pareció una buena idea invitarte.
-Me encanta.
El mozo regresó y Pedro pidió una botella de vino blanco. En cuestión de minutos se encontraba de regreso con la botella y dos copas.
-¿Brindamos?
-Yo quiero brindar por esta noche, porque sé que será una velada maravillosa. –dijo Paula.
Pedro estaba seguro que había dejado de respirar por lo menos tres minutos después de esas palabras.
-En ese caso yo quiero brindar por… nosotros.
Una chispa voló en cuanto Pedro mencionó su brindis, pudo ver claramente como a Paula le cambió la mirada, y la energía entre ambos se encendió.
Chocaron sus copas y bebieron un poco del vino.
-¿Cómo vas con el artículo del diputado?
-La verdad perfecto, tengo pruebas de todo lo que pienso escribir.
-¿No crees que te estás metiendo en terreno peligroso? –dijo asustada por lo que Pedro tenía pensado hacer.
A Pedro le agradó que Paula se preocupara por su seguridad, pero por otro lado ella no sabía que el terreno peligroso para él, era justamente ella.
-Puede ser, pero sabes que yo no me puedo quedar callado. La verdad es que no le tengo miedo al diputado, no creo que se atreva a hacerme nada después de que salga el artículo. Sería demasiado obvio.
Paula hizo una mueca. No le gustaba nada ese artículo sobre el diputado, pero no arruinaría la noche hablando de ello.
-Pau, yo quiero hablarte sobre… bueno, del por qué te invite esta noche a cenar.
Paula tragó saliva. No pensaba que ese momento llegara tan rápido.
-Creo o más bien espero que tengas una idea…
-Sí la tengo. –respondió
Pedro suspiró.
-Pau…yo…te juro que no sé cómo pasó, no fue mi intención solo...pasó.
Paula no respondió, espero a que él continuara.
-Quiero ser claro desde el principio porque sos una persona muy importante para mí, aunque eso lo sabes de sobra. Pau , vossabes que te adoro, sos mi mejor amiga, estuviste en los momentos más difíciles conmigo y en los más felices también, sos la persona en quien más confío y por ello te quiero mucho.
Paula aguantó la respiración. ¿Se lo diría? ¿O quedaría allí todo? ¿Y si Florencia y Zaira habían mal interpretado todo?
-Pero… en estas últimas semanas, la verdad es que, me di cuenta que todo ese cariño de amigos que siempre senti por vos, se está transformando en mucho más que eso.
Paula sintió como las lágrimas amenazaban con salir de sus ojos. Hasta la fibra más pequeña de su ser estaba conmovida con las palabras de Pedro, no habría podido ser más especial, no habría podido ser más tierno, no podría significar tanto si las palabras no vinieran de él.
Lo había hecho, había sacado el valor de no sabe donde para confesarle que ya no lo veía solo como su amiga, si no como a una mujer a la cual podría amar el resto de su vida. Ahora venía lo difícil, saber si ella sentía lo mismo por él.
-Quiero que nos demos la oportunidad de estar juntos como pareja, quiero hacerte feliz, me encantaría ser el hombre que comparta el resto de vida con vos, sé que todo esto es muy repentino, pero no puedo controlar mi corazón y ahora que sabes lo que siento por vos, necesito que vos seas sincera conmigo. ¿Qué es lo que sentis por mí? No quiero que me mientas, te juro que  voy a entender, te prometo no volver a sacar el tema de nuevo, porque tampoco quiero perder tu amistad, eso si me mataría Pau.
Paula no pudo aguantar más las lágrimas, éstas fueron resbalando lentamente por sus mejillas, mientras Pedro se encargaba de limpiarlas con extremada dulzura y paciencia. Se veían directamente a los ojos, él buscando una respuesta y ella… ella simplemente estaba perdida en esa mirada llena de sentimientos, estaba perdida en lo que Pedro acaba de encender en ella.
Si tenía alguna duda de querer estar con Pedro, ahora ya no había ninguna.
-Pau…
Paula tomó las manos de Pedro entre las suyas.
-Pedro yo… Yo siento exactamente lo mismo , creo que tardé un poco en darme cuenta pero sé que lo que siento ahora por vos no es el mismo cariño de siempre, es más fuerte que eso.
Ambos sonrieron.
-No te voy a negar que estoy aterrada, aterrada de tener estos sentimientos hacia vos porque así como yo soy tu mejor amiga, vos sos mi mejor amigo. Me acompañaste en todos los momentos de mi vida y no sé como agradecerte el apoyo que siempre me diste, yo tampoco quiero perderte. No lo soportaría.
Paula y Pedro fueron acercando sus rostros muy lentamente, sus frentes quedaron pegadas una a la otra, su respiración tampoco era normal.
-Eso quiere decir que… ¿Lo vamos a intentar?
-Sí, eso es lo que quiere decir -dijo Paula.
No sabían cuanto tiempo se habían quedado así, juntos en silencio, disfrutando del momento, de la sensación de saber que los dos estaban en el mismo lugar, que algo dentro de ellos estaba creciendo, algo espectacular.
Poco a poco Pedro fue acortando la poca distancia que había entre sus labios, al rozarlos Paula se estremeció como nunca, mas no se retiró. Ansiaba sentir los labios de Pedro junto a los suyos, deseaba dejarse llevar por lo que fuera a pasar.
Los labios de ambos se encontraron en un beso suave, seductor, lento… exploraron cada parte de su boca, se estaban conociendo y tomarían todo el tiempo del mundo si fuera necesario. Sin embargo olvidaron por unos minutos que no se encontraban solos.
Al percatarse de ello, terminaron el beso de una manera muy dulce.
Sonrieron.
-Nunca imaginé que besaras tan bien –dijo Paula.
Pedro rió.
-Bueno, yo no sabía que se podía sentir tanto con un solo beso.
-¿Qué desean ordenar?
El mozo había regresado a la mesa.

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