viernes, 3 de mayo de 2013

Capitulo 31


Semanas después las cosas no podrían ir mejor.
¡Estaban a punto de cumplir once meses de novios! ¡Once meses!
Al principio todo se dio con cautela, era de cierta manera cómico la forma en que se acercaban el uno al otro puesto que pasar del plano de amigos a novios había sido algo muy diferente.
Poco a poco esa barrera imaginaria la fueron traspasando, se acoplaron muy bien y cualquier distancia impuesta por la amistad había desaparecido, para Florencia y Zaira los dos eran la pareja perfecta.
Aun vivían todos juntos en la misma casa, por supuesto cada quien dormía en cuartos separados, era simplemente para respetar el espacio de cada quien, las cosas se las estaban tomando con calma.
Su primera vez juntos había sido toda una odisea, ambos estuvieron tan nerviosos y ansiosos que cayeron de la cama más de tres veces. Jamás olvidarían su primera vez juntos, pero una vez pasada la pena del primer encuentro se habían acoplado perfectamente a su nueva intimidad.
Habían noches las cuales compartían en la habitación de cada quien, era como si su habitación representara un departamento, en el cual una noche estaban juntos, a la otra cada quien en su cama y así se turnaban.
Su relación crecía cada vez más.
-Hola hermosa –dijo Pedro mientras la besaba suavemente.
-¿Cómo te fue?
- Más o menos.
-¿Y eso?
-Tuve una visita del diputado.
A Paula se le erizó la piel.
Zaira entró en la habitación.
-¡Hola tortolitos!
Pedro rió.
-¿Qué hacen? –preguntó la morocha.
-Nada, acabo de llegar. Le estaba comentado a Pau que tuve una visita poco agradable del diputado.
-¿Del diputado? ¿Personalmente?
Pedro asintió mientras tomaba una manzana.
-Sí, me llegó a advertir que me retractara del artículo que publiqué sobre él, se dio cuenta que le afectó en las elecciones previas.
-No me gusta nada eso Pepe… -dijo Paula
-No hay nada de qué preocuparse, perro que ladra no muerde.
-Esta vez estoy de acuerdo con Paula, no fue un simple artículo el que sacaste de él.
-Ya lo sé, pero no creo que el diputado se arriesgue a tocarme siquiera, sería como afirmar con su propia boca todo lo que publiqué.
-En eso tenes razón.
-Pero sigue siendo peligroso -dijo con el seño fruncido Pau.
Pedro notó la evidente molestia de Paula, esperaría a que estuvieran solos para hablar.
-Bueno tortolitos yo los dejo, tengo que seguir buscando un departamento.
-Zai, ya te dije que no hay apuro.
-¡Claro que hay! No puedo seguir aca de arrimada haciendo mal tercio.
-No estás haciendo mal tercio de nada –dijo Paula.
-Si lo estoy haciendo, además no quiero descubrirlos algún día haciendo sus cosas…
-¡Zaira Nara! –gritó Paula.
Al mismo tiempo que sus mejillas adquirían un fuerte color rojo. Pedro soltó una carcajada.
Zaira rió.
-¿Ves que tengo razón? Ahora me voy. ¡Los veo más tarde!
Zaira salió de la casa.
Pedro se acercó a Paula.
-¿Estás enojada?
Paula lo vio directamente a los ojos.
-No estoy enojada, estoy preocupada.
Pedro pasó sus brazos por la cintura de ella, Paula posó sus manos en el pecho de él.
 -Amor, te prometo que no me pasará nada.
-¿Cómo sabes eso?
-Te aseguro que el diputado no se va a atrever a hacerme nada, además en la oficina jamás estoy solo, y después me la paso todo el tiempo con vos –dijo sonriendo
Paula quiso sonreír pero no lo hizo.
-Vamos Pau….
-Ya, está bien.
-Gracias por preocuparte por mí- dijo mientras le regalaba un beso en su mejilla.
-¿Cómo no me voy a preocupar por vos, tonto? –dijo sonriendo.
Él le devolvió la sonrisa.
-¿Qué te parece si aprovechamos que Zaira se fue para hacer nuestras cosas?
Paula soltó una carcajada.
-¿Aprovechas cada momento eh? –dijo levantando una ceja.
-Por supuesto.
Paula alcanzo sus labios, él la recibió gustoso, segundos después Pedro se encargaba de introducir su lengua en la boca de ella para profundizar el beso, saboreando cada parte de sí.
Pedro la apretó contra él, y Paula cerró sus piernas entorno a la cintura de él. Pedro la tomo en brazos y comenzó a caminar hacia su habitación.
-¿Sabes que me encanta como besas?
Paula no respondió. No podía hablar.
Pedro cerró la puerta con una de sus piernas y rápidamente para no perder el equilibrio le puso seguro, no fuera que Zaira regresara pronto de su búsqueda.
Siguió su camino hacia la cama, donde recostó a Paula delicadamente, continuaron besándose con dulzura, de pronto las manos de su novia no pudieron quedarse quietas y comenzaron a recorrer toda su espalda, él sintió escalofríos.
La sesión de besos dulces había terminado, Pedro se separó ligeramente de ella y viéndose directamente a los ojos se dedicaron unas palabras.
-Te amo…
-Yo también te amo Pepe…
Seguido de eso, las palabras ya no fueron necesarias, Pedro hizo que Paula levantara su brazos suavemente para poder deslizar su blusa fuera de ellos, así poco a poco ambos fueron quedando sin esos trozos de tela que interferían con el contacto de su piel.
Pedro recorrió suavemente cada parte del cuerpo de Paula, primero con las manos y luego con besos.
Minutos después se encontraban abrazados, piel con piel, bajo las sábanas, disfrutando una vez más de compartir todo lo que sentían el uno por el otro.

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